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viernes, 29 de febrero de 2008

LO QUE HACEMOS, DEFINE LO QUE SOMOS: El impacto de esta sesión…

Iniciare este relato, intentando definirme como me considero, pues al concluir la sesión decidí darme esta tarea: Soy activista por los derechos humanos, comprometida en la opción preferencial por los pobres, no por esa Iglesia católica llena de formalismo, sino basada en una Iglesia viva basada en hombres y mujeres de servicio que han contribuido con su ejemplo y pensamiento a definir esta opción. Vivo y trabajo en las provincias altas del Cusco; al salir de Cusco (ciudad) en un inicio, me sentía confundida, pero el convivir a diario con hermanos y hermanas que luchan por no ser excluidos y demandar espacios para ser escuchados, ha sido el mejor aprendizaje y práctica diaria de intentar a diario construir coherencia; me identifico con el Sur Andino, con los problemas de las comunidades campesinas y aspiro hablar correctamente el quechua. Respeto a quienes comparte mi opción, admiro a las mujeres y hombres, en especial a mi madre y abuelo, que con sus actos me inclinaron a ver en el derecho una forma de servicio. Amo y me siento amada, encontré en mi pareja reciprocidad y el deseo de aportar en el desarrollo de nuestro país.

Debo reconocer que es la primera vez que se me solicita narrar el impacto, la marca o huella que una sesión de trabajo ha tenido en mi persona y al iniciar esta narración debo aceptar que me resulta interesante, pero a la vez un poco difícil, porque no se trata de hacer el análisis de una norma o de un hecho emblemático como el que a veces he realizado, pues siento que se trata de mirarme internamente y reflexionar cuanto me dejo esta sesión.

El hacer la línea de tiempo, retrocediendo hasta los doce años de edad me resulto más que interesante. Algo parecido realice, en un retiro espiritual con la Hermana Margarita Recabarren, pero lo diferente fue identificar hitos personales, organizaciones, estados emocionales, personas, que marcaron de lo que me considero actualmente. Reconozco que no fue una tarea sencilla, pues lo primero que me pregunte es ¿qué soy ahora? ¿Cómo me identifico? ¿Cómo me identifican las personas?, preguntas que considere necesarias para identificar esos grandes hitos personales, pero que no logre obtener respuestas plena. Descubrí, por ejemplo: Que mi trabajo en la defensa de los derechos humanos tiene un origen y una motivación en otras personas. Reconocí que lo aprendido es y ha sido permanente, que pasa por lo personal y siempre en interacción con otras personas.

El compartir sincero con otras compañeras, y con tanta disposición para escuchar nuestra línea del tiempo fue un espacio para aprender y conocer que a veces algunas historias pueden ser similares, reconocí en las mujeres con las que participé, que el lugar donde consideran llegaron no fue tan sencillo, que existió una gran voluntad para seguir adelante y una infatigable búsqueda de encontrar aquello que las hiciera feliz, tanto en el plano familiar como laboral.

Esta sesión me hizo mirar críticamente, pues más allá de lo bueno que normalmente queremos escuchar, o decirnos, creo que lo valioso fue además hacer una acción crítica y reflexiva hacia una misma, y en esa acción encontrar palabras, gestos e incluso acciones que no siempre fueron positivas hacia los y las demás, descubrir que alguna actitud mía realizada pudo y puede menoscabar hacia otro u otra semejante a nosotras.

La sesión me recordó la coherencia interna y externa; que la vida personal, aquella que muchas veces se dice pertenece únicamente a la persona, no es tan cierta y menos cuando esa vida interna se interactúa con nuestro entorno social.

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